Terminé por sentarme junto a él, que tenía la cabeza escondida entre las manos, los codos recargados en las rodillas y el cabello alborotado de tanto moverse. Me dijo que se sentía mal, que era un patán y que ya no merecía tener amigos. Lo abracé con un brazo porque detenía el café con la otra mano y puse mi cabeza en su espalda y traté de consolarlo con mi silencio. Es lo mejor que podía hacer; Yo me siento igual.
—¿Sabes quién es John Green? — le dije, después de un rato de silencio.
—¿No hace videos en youtube? — dijo, levantando la cabeza y mirándome a los ojos.
—No… Bueno sí, pero es novelista. Tiene una novela que se llama An Abundance of Katherines, No la he terminado de leer, pero hasta donde voy es muy buena.
—¿Cuál es tu punto? — sonrió
—Mi punto es, que el protagonista de ésta novela dice que solo hay dos tipos de personas en el mundo…
—¿Katherines y los demás? — me interrumpió, riendo suavemente.
—… No. Bueno, algo así. Pero en sus términos solo hay ‘Dumpers’ y ‘Dumpees’.
—… ¿y?
—Y, es gracioso, porque en estos momentos, tú eres el Dumper y yo soy una Dumpee, pero no de las mismas personas.
—¿Somos víctimas de la teoría sobre Katherine?
—Somos víctimas de la teoría sobre Katherine.
Se rió y se recargó en mí, mientras yo me terminaba mi café.
—¿Porqué las relaciones humanas son tan difíciles?
—No sé. A lo mejor deberíamos casarnos con alguien de Noruega y morir felices, como ermitaños.
—Eso no tiene sentido.
—¿Y?
Dejé mi vaso del café a un lado y lo abracé.
—No te deberías de estar sintiendo mal, a ti no te hicieron nada malo.
—Me siento mal porque sé que ella se siente mal, me imagino que se siente igual que tú.
—Probablemente.
Lo peor de esto es que no puedo imaginarme con nadie más. No puedo imaginarme con ALGUIEN. Si no me dieran terror los gatos, diría que me voy a morir sola, propietaria de una casa con 15, todos más gordos que yo, probablemente. Pero me dan miedo los gatos, así que creo que simplemente me voy a morir sola. Le conté y se rió.
—Voy a escribir esto y lo voy a poner en mi blog para sentirnos interesantes.
—No escribas mi nombre.
—No. Ni voy a escribir el mío.
—Es tu blog, saben que eres tú.
—No me importa.
Y la verdad, no me importa.