Anoche dormí poco. Es bastante común que duerma poco, suelo desvelarme días seguidos leyendo hasta muy tarde o no haciendo nada. A veces acumulo días sin dormir y en la primera oportunidad caigo noqueada por 16 horas.
Soñar. Yo tengo sueños preciosos. Me gusta soñar y me encanta poder —casi todo el tiempo— recordar los detalles de mis sueños como si hubiesen ocurrido en realidad. Tengo sueños bonitos, tengo sueños que me gustan más que mi realidad. Despertar de ellos se vuelve un momento triste y que me gusta prolongar.
Anoche estaba soñando con un lugar bonito que conozco en el Distrito Federal, uno de esos restaurantes que están en zonas caras pero que no son famosos y en los que puedes pasar cuatro horas y comer muchísimo y pagar 50 pesos. Soñé que estábamos allí y que el músico callejero estaba tocando Let it be y que me tomabas de la mano por debajo de la mesa.
Soñé que no teníamos prisa. Soñé que estaba verdaderamente contenta.
Me desperté a las cuatro y media de la madrugada, de regreso a mi realidad donde es bien normal que haya balaceras justo afuera de tu ventana, donde puedes escuchar el eco de los casquillos mientras golpean el suelo porque la ciudad está demasiado acostumbrada como para asustarse.
Me desperté aquí en donde sigo y tengo que seguir viviendo casi un año más.
Despertarse es triste.
-LorettaRm
0 comentarios:
Publicar un comentario