Leer entre libros.

Mi mamá y mi tío, que se afana en convertirme en arquitecta, me invitaron a tomar café hoy. Con invitarme, quiero decir, llevarme como de a fuerzas porque no es bueno dejar a la niña sola en la casa.


Yo también fui como medio de a fuerzas, porque no tenía ni idea de a dónde iba y ya tenía toda la mañana caminando en museos. Pero me llevaron.


Y luego me van diciendo que es una librería/biblioteca/café/tienda de música/restaurante. ¡Ah! ¿No que no querías venir?


El caso es que, después de pedir mi clásico mocha —Porque resulta, que ya no pido otra cosa— me puse a explorar y curiosear.


Estaba yo, alegre, curiosa y entretenida tratando de escoger uno entre mil libros, porque mi tío me dijo que me regalaba uno, y yo haciendo todo lo posible para superar mi eterna vergüenza de aceptar regalos porque mi amor por la literatura legal es mucho mayor, me puse a rebuscar entre los buenos viejos clásicos.


Cuando estaba ya, con 4 libros en la mano para ver con cuál me quedaba, y apenas en la sección de Letras Universales, la casualidad hace que me tropiece con Jane Austen, y yo —al ser una romántica incurable, disfrazada de apreciadora del rock ruda— maravillada con Pride & Prejudice, me decidí a llevarme La Abadía de Northanger. Dejé los otros libros y ya me iba de regreso a mi mesa...


Y cual fue mi sorpresa cuando justo después me tropecé —Ahora literalmente, y por culpa de mis chuecos pies— y fui a dar a una pequeña esquina. Apenadísima y con un tipo grandulón mirándome como a la pequeña tonta que se cae en cualquier sitio, me quedé allí, fingiendo demencia y haciéndome como que buscaba algo allá abajo. 


Y me dí cuenta de que aquella esquinita, entre Letras Universales y Textos Hispanos estaba vieja, abandonada y muy empolvada. ¡Y con lo que me da tristeza a mí, que los libros se empolven! Así que como buena... ah... ¿Niña que tiene manías por la conservación de libros en buen estado...? me puse a soplarles a ver si así se les caía poquito la tierra que casi formaba una nueva Pangea encima de ellos —Disculpen que yo soy muy exagerada—. 


Y en la última repisa, la de asta abajo, donde nadie parece quererse agachar a ver, estaba la colección de libros clásicos en miniatura mas bonita que había visto en mucho tiempo —y eso es mucho decir, porque yo tengo una preciosa—. Y me puse a revisarla con más atención y me dí cuenta de que los libros no tenían ni el nombre del autor ni de las obras, así como para que solo un lector de hueso colorado —me encanta como se escucha eso— supiera de quien eran.


Fascinada con el reto este, me puse a abrir los que no estaban en venta y reconocí uno de Oscar Wilde, otro de Gustavo Adolfo Becquer, y batallé para descubrir a Alejandro Dumas y a RL Stevenson —porque resulta que de Stevenson solo había leído versiones infantiles—. 


Me encontré entonces con un libro naranja; Precioso, decorado en dorado de forma tan bonita que invitaba a hojearlo aunque fuera un rato. Lo abrí. No fue necesario leer más de 3 líneas para darme cuenta de que no era nadie más que mi adorado Neruda. Ah, tan lindo el, todo bohemio y sabio. Y le leo:


"¡Mentira! Yo no busco las grandezas;
me deslumbra la luz del apoteosis,
y prefiero seguir entre malezas
con mi pálida corte de tristezas
y mi novia bohemia: la Neurosis

Dejadme. Voy muy bien por la existencia
Sin mendigar un vítor ni una palma,
Pues bastan a mi anhelo y mi creencia
Un pedazo de azul en la conciencia
Y un rayito de sol dentro del alma."
 Y eso me dejó pensando un rato...


Pero yo, todavía haciendo tiempo para ver a qué hora dejaba mi mamá de platicar, me puse a escuchar los discos "Nuevos" que estaban con descuentos allí en la librería. Y digo nuevos porque son discos con buenos músicos de diferentes estilos, pero puestos en el mismo disco, como para llevarlos en el carro cuando vas por carretera o por lo menos, para eso se me antojan a mí—. Y entre las canciones me pongo a escuchar My very good friend the Milkman de Eric Clapton. 


Y ya con eso tengo para pensar toda la noche.


And he suggests, that you should marry me...
LorettaRm.